Emoción, lágrimas y sorpresas fueron los principales ingredientes del segundo programa de MasterChef Junior. Los aspirantes cocinaron para unos comensales especiales, sus abuelos, expertos en la tradición culinaria y quienes les han transmitido el amor por la cocina. Fue un reencuentro muy emotivo, que hizo que a más de uno se le escapase alguna lagrimita.