Dos y dos son muchos

En el interior del local que está junto al taller de "Manolo y Compañía" comienzan unas obras. Los encargados de realizarlas son otros dos albañiles: Venancio y Boris. El primero es un hombre muy trabajador, al igual que Manolo, y pronto se hacen amigos; mientras, Boris comparte con Benito la afición por hacer el vago. El grado de compenetración de las dos parejas llega a tal punto que terminan asociándose. Pero los negocios no marchan bien para ninguno de los cuatro. La empresa de Venancio y Manolo termina resultando una estafa y la de Benito y Boris es incapaz de levantar cabeza. Los cuatro intentan resolver sus problemas económicos con soluciones a cada cual más disparatada, pero no logran otra cosa más que complicar la situación.