Victoria habla con el Padre Carmen sobre la infancia y plantean el primer dilema importante: ¿niños sí o no? ¿Deberían ocupar los mismos espacios comunes que los adultos o deberían tener los suyos propios donde poder subirse por las paredes después de una sobredosis de azúcar sin molestar a nadie? Mejor nos guardamos nuestra opinión porque es un debate muy polarizado. ¿Y si todos siguiéramos teniendo un niño interior y mantuviéramos la ilusión y las ganas de jugar hasta la eternidad? Quizás es un poquito síndrome de Peter Pan, sí, hay que asumir responsabilidades y pagar a Hacienda, pero tampoco hace falta volverse un coñazo de personas por el simple hecho de entrar en la edad adulta, ¿no?