Desde la antigüedad, China ha sido el centro neurálgico del comercio euroasiático gracias a la legendaria "Ruta de la Seda", lo que le permitió acumular riqueza, conocimiento e influencia. En la actualidad, China ha trasladado ese dominio histórico al ámbito marítimo, proyectando su poder en el Pacífico y reafirmando su estatus como potencia global.