Rebeca es la única empleada de la pequeña oficina bancaria de Sagarrondo, un pueblo de apenas mil habitantes. Su día a día es rutinario y aburrido. Hoy, sin embargo, no va a serlo. Porque, sin explicación aparente, las cuentas de todos sus clientes se han quedado a cero.
Mientras las consecuencias de la crisis se van extendiendo por el mundo, Rebeca decide hacerse fuerte en el interior de su pequeña oficina bancaria. No le resultará fácil porque Jesús, uno de sus vecinos, está decidido a no marcharse de allí sin sus ahorros.
Un desafortunado accidente hace que Mamen, la médica del centro de salud, sea requerida en la oficina bancaria. Mientras tanto, la noticia de la quiebra global se va extendiendo por el pueblo y varios vecinos se concentren frente al banco para pedir explicaciones.
Jesús lleva a Araceli al hospital solo para descubrir que está colapsado. Las ambulancias no paran de llegar y los heridos se hacinan por todas partes. La saturación ha hecho que los médicos decidan atender primero a los más jóvenes, lo que deja pocas esperanzas a Araceli.
Rebeca y Mamen se han encerrado en el interior de la oficina bancaria, pero su situación no puede ser más precaria. En el exterior, un grupo de vecinos cada vez más exaltados planean la manera de entrar en el banco por la fuerza.
Imanol, el marido de Rebeca, descubre lo que está pasando en el mundo por una llamada suya. Decide acudir en su ayuda, pero está lejos del pueblo y el camino hasta allí va a resultar mucho más accidentado de lo que imagina.
Mientras el gobierno anuncia una serie de medidas para restituir el orden, Rebeca se atrinchera en el interior de la cámara acorazada. Solo quedan unos minutos para que llegue la ayuda prometida, pero los vecinos exaltados están decididos a llevarse su dinero a cualquier precio.
Cuando Imanol logra por fin llegar al pueblo, no hay rastro de Rebeca. Tampoco el dinero de la cámara acorazada está allí. Imanol recorre el pueblo en busca de su mujer, pero nadie parece saber qué ha sido de ella.