Woodstock se convirtió en una ciudad improvisada, en un enjambre que creció de la noche a la mañana en unas pocas hectáreas de tierra. Una multitud de jóvenens empapados de lluvia y hambrientos disfrutaron durante tres dias de la música y la convivencia, en el barro y el fango de la granja Yasgur. Fue un milagro del trabajo en equipo y una manifestación de "paz y amor".