Algunas de las comunidades más aisladas del planeta. Un propósito: llevar la electricidad donde nadie llega. Ibra Youssef emprende una aventura por la Amazonía y Andes Peruanos para demostrar cómo es posible llevar la energía del sol donde en la noche solo había noche. Comienza el viaje de la luz que permanece.
La Amazonía peruana es lluvia torrencial. El misterio de un sonido tras la maleza. La inesperada aparición de un animal casi fantástico. Y es, también, la historia de una comunidad en Copal Urco que no quiere más petróleo, pero sí energía solar.
El viaje de la luz continúa hacia las profundidades de la cuenca del Amazonas, donde las noches han dejado de ser tan oscuras. Unos sistemas fotovoltaicos domiciliarios están transformando las vidas de los vecinos de la selva, con una luz, que ni las sorpresas de la noche apagan: más horas de estudio para los pequeños, más salud para todos y más comunidad.
La luz salta de la selva amazónica a Machu Picchu, donde Ibra Youssef admira el compromiso de una comunidad por dotar de la energía inagotable del astro Sol a la región donde se encuentra una de las maravillas del mundo. Pero primero tiene que sortear algunas dificultades.
Ibra Youssef despide el viaje alcanzando las comunidades protegidas y de difícil acceso de Chachabamba y Cedrobamba, en el corazón andino, donde comprueba que también la luz está iluminando un futuro ahora más próspero para sus habitantes. La luz que permanece.