Rosario le confiesa a Sigifredo que su padre falleció en medio de la quiebra, una situación en la que él, como amigo cercano, también estuvo involucrado. A pesar de todo, Rosario decide perdonarlo y le ofrece su ayuda en este difícil momento. El Coloso le da a Rosario una sorpresa inolvidable al cumplirle uno de sus más grandes anhelos: tener su propio estudio de grabación. Conmovida y agradecida, Rosario recibe este regalo como una oportunidad para desarrollar todo su talento interpretando rancheras.