El padre Carlos Mugica es uno de los mayores referentes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Identificado con el peronismo pese a pertenecer a una familia acomodada y conservadora, vivió la contradicción de trabajar en la villa de Retiro y dormir en un cuarto en un edificio de la Recoleta.. Se cree que Mugica fue asesinado el 11 de mayo de 1974 por la Triple A luego de dar misa en la parroquia San Francisco Solano. Fue un emblema del trabajo sacerdotal junto a los pobres.
El obispo argentino fue reconocido por su permanente prédica en favor de los trabajadores y por su lucha incansable por los derechos humanos. Su figura adquirió dimensión nacional cuando, en 1969, intervino a favor de los obreros de Hidronor, en Neuquén. En 1975 integró la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y fue una de las principales voces en denunciar los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura. Con el regreso de la democracia, De Nevares integró la CONADEP y, como convencional constituyente, se opuso a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
El exsacerdote colombiano fue una de las figuras emblemáticas del grupo de curas que decidieron tomar las armas para luchar por la igualdad y la liberación de los hombres.
Óscar Romero fue arzobispo de El Salvador durante uno de los momentos más convulsionados en su país. Sus homilías en contra de la violencia de Estado y en favor de los pobres lo convirtieron en blanco de persecución y amenazas. Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980, al día siguiente de haber reclamado por el cese de la violencia. Su muerte desató uno de los períodos más sangrientos de la historia salvadoreña.