La figura legal del destierro suena a tiempos pasados, pero es la que usó el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, para expulsar de su país a 222 presos políticos. Convertidos temporalmente en apátridas; es decir, personas a la que ningún país reconoce como sus ciudadanos, ahora tienen que buscar su sitio. Quizá en Estados Unidos, donde fueron trasladados en avión o, en España, que les ha ofrecido la nacionalidad. Una entrevista con Carlos Salinas, que cubre Centroamérica, y María Martín, que se encarga de Migraciones desde España.