Que se vaciaran los pueblos para llenarse las ciudades también significó que dejaran de sonar las canciones de siempre. No quedó casi nadie que guardara la memoria. Como quedaron pocas personas que trabajaran el campo o llenaran los colegios. Hasta que algunos hijos e hijas decidieron desandar el camino de los que les precedieron. Eso es lo que pasó en la Sierra norte de Guadalajara. Una de las zonas más despobladas de Europa. Allí la vida y el folclore han vuelto a resurgir en donde menos cabía esperar: entre mujeres de origen urbano. Entre sus cómplices han estado un grupo de mujeres de más de ochenta años, que les han contado cómo vivían ellas en el pasado.