Un bigote, un bastón y un bombín. Solo con esos elementos, la imagen de Charlot se aparece irremediablemente en nuestra mente. Ese sombrero icónico, el bombín es inseparable también, por ejemplo, de nuestro recuerdo de El Gordo y el Flaco, o del desasosegante líder de la pandilla callejera en la película de Stanley Kubrick, La Naranja Mecánica. El bombín es hoy día un estereotipo del hombre de negocios londinense y no forma parte del paisaje habitual de pueblos y ciudades (Londres incluida) salvo si nos damos un paseo por… Bolivia. Las cholas paceñas lo lucen en todas su variedades posibles y allí sigue siendo una prenda de uso común y habitual y con enorme significado. Pero, ¿cómo es posible que un sombrero inglés vuele hasta la cabeza de las mestizas bolivianas?