En la década de 1940, ser homosexual en la Meca del Cine significaba no volver a trabajar en la gran pantalla. De esta manera, Scotty Bowers, un chico de 23 años de un pequeño pueblo de Illinois, se convirtió en el gigoló de las estrellas, poniendo a la disposición de los actores a chicos jóvenes dispuestos a acostarse con ellos en una gasolinera de Los Angeles. Nombres como Cary Grant pasaron por las manos de Scotty, que organizaba encuentros, tríos, e incluso orgías… Se ganó la confianza de los trabajadores de la industria del cine hasta el punto de que Néstor Almendros, director de fotografía español, llegó a regalarle el Oscar que ganó por ‘Días de Gloria’.