En este capítulo Vanesa González interpreta a Isabel, una joven de un pueblo del interior que vino a estudiar a Buenos Aires. Es muy bella y ha comenzado a prostituirse. Las sesiones se suceden entre los relatos de las perversiones a las que es sometida por sus clientes, su familia que la utiliza negando la verdad, el hombre que quiere salvarla y a quien no ama y su deseo de encontrar la salida hacia un destino diferente en el que recupere su derecho a amar y sentir.
Alejandro Awada interpreta a Antonio, un sacerdote católico criado en el marco de una familia conservadora y religiosa que, desde hace un tiempo, siente que él ya no se merece seguir en el sacerdocio. Avergonzado por tener que consultar a un psicoanalista, emprende un camino en busca de los hechos del pasado que condicionan su presente. La culpa es la sensación que lo impulsa a moverse con tal fin. Una joven catequista, la figura de su madre, y una vivencia sexual infantil saldrán a la luz, provocando un análisis que enfrentará a Dios y al psicoanálisis, la fe y a la razón.