La guerra proporcionaba a los hombres el escenario psicológico perfecto para desahogar su desprecio por las mujeres. Así de contundente se mostraba Susanne Brownmiller, la periodista y activista estadounidense en su libro "Contra nuestra voluntad: hombres, mujeres y violación", de 1975. En él planteó la violación como un problema político, un acto de poder y un arma de guerra. Un acto tan miserable como repetido a lo largo de la historia. La violencia, en general, y la sexual, en particular, fueron un modo más de expresar el dominio del hombre sobre la mujer, convirtiéndose en esencia del patriarcado. La mitología griega no solo refleja en sus contenidos la discriminación sexual imperante en la sociedad antigua, sino que a través de los mitos contribuía a la legitimación del patriarcado. Si os paráis un momento a pensar o rascáis un segundo en el mundo de la mitología, veréis los numerosos casos de raptos y violaciones. De hecho, Zeus, el padre de los dioses y de los hombres, lejos de