Pedro es llevado a la zona donde iba a ser fusilado por cuatro oficiales. Sin embargo, todo dio un giro rotundo tras la llegada al último minuto de un agente del Estado, pidiendo la liberación inmediata del pandillero. Un decreto firmado por el Presidente Arturo Alessandri afirma que se encontró al verdadero asesino del monseñor Luco, y que Pedro debe ser liberado a la brevedad.