Elisa consigue llegar hasta su deseado Iván. El reencuentro, veinte años después, se convierte en un cúmulo de reproches por parte de ella y justificaciones por parte de él. Ella recordará cómo la torturaron, cómo mataron a Raúl y cómo terminaron matándola a ella también. A pesar de todo, siempre confió en que Iván acudiría a salvarla. El extraño Justo vuelve a aparecer en escena para ayudar a desenmascarar al asesino de niñas. Desvelará la historia del cuchillo y cómo terminó en las manos de su actual propietario, que enseguida descubrió el placer de asesinar a jóvenes a la luz de la luna. Después, el propio Justo servirá en bandeja la venganza a las víctimas del ritual. Entretanto, Raúl sigue atrapado en la casa y se siente más sólo que nunca sin su hermana. Está asustado y eso lo convierte en un ser muy peligroso.