Piedad lleva a Monserrat hasta la iglesia del padre Francisco, ya que confía que él logrará enrielar a su nieta. Esto no le gustó nada a Catalina, quien no aprueba que su madre pase a llevar su método de crianza. Precisamente la iglesia será el punto de encuentro de la trabajadora social con Muriel, quien llevaba algunos artículos de su trabajo de beneficencia.