Margarida Borràs es sólo un nombre de una mujer mallorquina que vivió en Valencia y que aparece en unas anotaciones en un libro de un capellán de mediados del siglo XV. Sólo un nombre, sin rostro, sin biografía. Pero es algo más, es el símbolo de la opresión a la que se ha sometido al colectivo y, especialmente, a las personas trans. Margarida fue ejecutada por presentarse como lo que era, una mujer, y no como la habían bautizado: Miquel. Una vez más, una de los nuestros fue vejada, torturada, humillada, asesinada y olvidada sólo por haber nacido. Para muchos, una realidad que sigue ocurriendo a día de hoy en todos los países de este planeta. Ahora Margarida vuelve a estar con nosotros y le da el nombre a un premio de reconocimiento al colectivo que se entrega cada año en Valencia y que, desde 2017, tiene una placa conmemorativa en el mismo lugar donde fue asesinada. No permitamos que la historia de Maragarida se vuelva a repetir.