Enrique de Valois no nació para ser rey, pero acabó siéndolo de Polonia y después de Francia por esas cosas del destino, y porque su hermano se murió, claro. Hijo predilecto de Catalina de Medici, y entre la espada y la pared de hugonotes y católicos, no dejaba indiferente a nadie, sobre todo cuando se iba de fiesta con sus mignons, vestido de mujer y maquillado hasta las cejas, nunca mejor dicho. Un monje integrista católico se lo llevó por delante demasiado joven.