El Éxodo descifrado, el documental producido por James Cameron, como entrega especial de Cuarto milenio, es uno de esos productos dirigidos hacia el sector religioso más integrista. Su autor y director, Simcha Jacobovici, deja claro desde el principio cuál es el objetivo de su trabajo: probar a toda costa que un numeroso grupo de israelitas huyó de la esclavitud en Egipto liderado por Moisés hace 3.500 años y que, por consiguiente, el Éxodo fue un hecho histórico. Al final, Cameron, que aparece varias veces en pantalla, sentencia: "Creo que se han aportado datos convincentes que avalan que el Éxodo es un hecho histórico. Se nos han mostrado, por vez primera, antiguos jeroglíficos y epigramas que representan la separación de las aguas. Se han explicado las plagas bíblicas y las pruebas arqueológicas y geológicas de que realmente tuvieron lugar. Hasta hemos ascendido al auténtico monte Sinaí. Y, por último, Jacobovici ha realizado el que seguramente sea el descubrimiento del milenio: una imagen de oro del Arca de la Alianza". Y Jacobovici apostilla: "Creo que debemos concluir nuestro viaje como lo emprendimos, con una pregunta: ¿todo esto ocurrió a resultas de unos tremendos cataclismos geológicos desencadenados exclusivamente por la Naturaleza o los terremotos, los volcanes, los tsunamis... se debieron a la intervención divina, cuando Dios decidió liberar a una nación de la esclavitud y forjar una nueva alianza con la Humanidad?". El documental de Jacobovici es tan espectacular como engañoso. Repleto de efectos especiales vistosos y caros -la producción costó 3,5 millones de dólares-, es como esas películas tras cuyas explosiones y escenas más asombrosas no hay nada, que resultan previsibles desde el arranque. Porque lo que hace el cineasta canadiense es apoyarse en pruebas circunstanciales para reinterpretarlas a su modo, tergiversarlas y retorcerlas hasta que parecen apoyar su tesis: que la narración bíblica de la huida de Egipto