Gabriela (Inés Estevez), llega, antes de lo esperado, a su departamento para festejar su primer aniversario con su pareja. Encuentra a Carlos (Adrián Yospe) y Andrea (Paula Siero) haciendo el amor apasionadamente, entonces toma un arma y los mata a los dos. Desesperada busca una forma de deshacerse de los cuerpos, y no ser descubierta. Entre tanto recibe algunas visitas (Lidia Catalano - Roberto Carnaghi), que le complican los planes. Finalmente luego de sortear los inconvenientes y a punto de lograr sus objetivos, se desencadena un trágico y sorprendente final.
Bruno (Leo Sbaraglia), en silla de ruedas, escribe en su escritorio cuando ve interrumpida su concentración por los golpes que provienen de la cocina, en donde se encuentra, ya hace rato, el plomero (Norman Briski) reparando una cañería. La mucama lo despide y Bruno queda sólo en su departamento con este hombre. Bruno trata en un principio de ser tolerable, pero su fastidio se acrecienta cuando sin darse cuenta se descubre invadido y acosado en su propia casa por este intruso. Cuando decide echarlo, ya es tarde. El plomero revela su verdadera identidad: se trata de un hombre que acaba de salir de su tercera condena en prisión y que manifiesta un fuerte resentimiento social. Bruno desvalido se ve sometido a la tortura física y psicológica que le practica el hombre cuando en ese interín recibe la visita de Ana, la kinesióloga. El plomero se hace pasar por un amigo para aprovecharse de la mujer. Bruno, mientras tanto, aprovechando la distracción del hombre, buscará la manera de librarse de él.
Héctor (Luis Brandoni), casado hace 35 con Ada (Norma Aleandro), decide matarla para huir al exterior con Violeta (Marita Ballesteros) -una mujer veinte años más joven que él que le devolvió las ansias de vivir y la pasión perdida-. Hector pretende ante todo ahorrarle a su mujer, todavía enamorada de él, la humillación y el sufrimiento del abandono, llevándose de paso los ahorros que juntaron a lo largo de su vida. El plan de Héctor es sencillo: inyecta veneno en unas bombas de crema, las masas favoritas de su mujer, dejando dos sin envenenar para comer él mismo, y ofrecérselas a Ada junto al mate. Este plan simple atravesará una serie de complicaciones. Ada no solo sufrirá un desengaño amoroso sino que será testigo de un sorprendente e inesperado final.
Juan (Ricardo Darín), un arquitecto en el día de su 41º cumpleaños, vuelve satisfecho del trabajo a su casa, en donde lo recibe su amada esposa Clara (Carola Reyna), nada parece poder perturbar su tranquila felicidad, hasta que cree reconocer en Díaz, el bonachón electricista (Juan Manuel Tenuta) que está haciendo un arreglo en la cocina, al torturador que le aplicó picana eléctrica durante la dictadura militar, dejándolo estéril. A partir de allí, Juan aunque en desacuerdo con su mujer, entablará una lucha constante por averiguar la verdadera identidad del electricista.
Ana (Catherine Fulop) ha cedido a la seducción de su profesor de tenis (Fabián Mazzei) aprovechando un viaje de negocios de su marido (Juan Leyrado). Pero esa misma noche, la mala suerte quiere que el hombre araña (Fabio Posca) elija una ventana de su departamento para dar uno de sus golpes y el marido engañado adelante su llegada decidido a hacer una sincera autocrítica y recomponer el matrimonio en crisis. Ladrón y amante terminan escondiéndose en la oscuridad del mismo toilette, mientras Ana, que valora en mucho y comparte el objetivo de su marido, hace lo imposible por evitar lo inevitable.
Miguel (Guillermo Francella) un empresario exitoso, descubre el engaño amoroso entre su mujer (Victoria Onetto) y su amigo y socio (Mauricio Dayub). Planifica a partir de esto el crimen perfecto en "la ultima cena". Como primer paso contrata a un ex convicto (Luis Machin) como empleado de su empresa, para que posteriormente y mediante engaños le sirva de coartada la noche del crimen. Esa noche prepara cada detalle como un profesional, durante el brindis revela a ambos que sabe la verdad y los asesina citando al ex convicto como parte del plan. Pero imprevistamente llega la mujer de su socio (María Socas) complicando lo planeado.
La historia parte de un secuestro equivocado. Dos marginales sin experiencia deciden secuestrar a un coreano, dueño de un autoservicio; nada espectacular. Para la situación económica que viven, y la deuda que mantienen con un tipo muy pesado, sacarle diez mil dólares al tipo representa para ellos una fortuna. Pero se equivocan de presa, y secuestran a un tipo MUY IMPORTANTE que tuvo la mala suerte de estar en el lugar y la hora equivocada... Es como si tuviesen todo planeado para secuestrar al panadero del barrio, y secuestran al dueño de "BIMBO"... Se les viene la noche. Tardan en comprender por qué la policía y los medios se movilizan por un comerciante de medio pelo como el que creen tener de presa... Con cada minuto que pasa, se suma el F.B.I., la C.I.A., grupos especiales, Bill Clinton y el Vaticano. No tardarán en darse cuenta del error, y cuando eso suceda, tendrán muy poco tiempo para repararlo...
Tony (Lito Cruz) logra que su suegro Echagüe (José María Langlais) lo nombre gerente en su empresa, pese a la oposición de su hijo, chantajeándolo con unas fotos comprometedoras con una mujer (Cristina Alberó). Tony acosa a su secretaria Cintya (Florencia Peña) que se somete a sus abusos porque necesita vitalmente el trabajo, y exige que Echagüe le dé acciones de la empresa. Para presionarlo, llama a la mujer de las fotos para que venga a mostrárselas en persona. Echagüe Jr. (Boy Olmi) convoca a una reunión de directorio en la que con seguridad logrará echar a Tony. Envalentonada, Cintya maltrata a Tony, pero la reunión fracasa por la elocuencia del viejo Echagüe, y bajo amenaza de despido, Cintya debe practicarle a Tony una fellatio. Pero el viejo muere de un infarto al ver en la oficina a la menor, y Junior echa en el acto a Tony. Cintya, al escucharlo, cierra los dientes con toda su fuerza sobre el miembro de Tony.
En su cumpleaños, Pablo (Facundo Arana) le tira onda a Flor (Cecilia Dopazo), y es retribuido, pero el llamado telefónico de una tal Jessica (Romina Yan), que él no conoce pero que insiste en entregarle "la cosita", hace que él, deseoso de adrenalina, le dé la dirección de su casa y despida a Flor. Pero lo que entrega la chica es una valija repleta de merca y al irse le advierte que el temible "Sheriff" (Rudy Chernicof) va a pasar a buscar la guita. Flor vuelve a buscar a Pablo y se encuentra con la situación. Entre los dos intentarán explicarle al Sheriff la confusión, al tiempo que se enamoran cada vez más. Jessica parece reconocer el error y se lleva la valija, para gran alivio de los chicos, pero enseguida llega el Sheriff que, al no tener ni valija ni guita, los liquida.
El matrimonio de Raúl (Juan Leyrado) y Susy ( Ingrid Pelicori) es aparentemente normal, hasta que Oscar (Luis Brandoni), irrumpe en su casa, con un hacha. A partir de ahí, Oscar develará la relación de pareja que lo unió a Raúl durante 8 años. Oscar toma de testigo a Susy, y humilla a Raúl contando pormenores de la relación, hasta que un juego mortal, hará girar la historia hacia un final inesperado.
Clara (Mirta Busnelli) es incapaz de rebelarse contra la metódica desvalorización a que la somete su marido Beto (Rodolfo Ranni), con quien atiende una farmacia de barrio en cuyo fondo viven. Una noche en que ella está cerrando para entrar de turno mientras Beto se ducha, dos delincuentes en fuga (Nicolás Cabré - Luis Ziembrowski) se meten al local por un descuido de Clara y la obligan a que cure al más joven de una herida de bala. Mucho más angustiada por la posibilidad de que Beto la vuelva a maltratar por este nuevo descuido, que por los delincuentes en si, Clara hace lo imposible por evitar que aquel sé de cuenta de lo que ocurre en el local. Pero una clienta obsesiva y los policías que siguen el rastro de los delincuentes complican las cosas y el ocultamiento es descubierto. La violencia se desata y Clara ve la oportunidad de deshacerse de una vez y para siempre de su yugo, con la mejor de las coartadas.
Un actor (Alejandro Urdapilleta), que nunca pudo pasar de extra, se presenta a un casting para interpretar a un asesino serial. Los encargados de supervisar el casting son un productor (Enrique Pinti) y la guionista de la historia (Mirta Wons). Ambos están subidos al poder que les da el lugar de Dios que ocupan. Juegan con los aspirantes al papel, se divierten, los gozan. Y, por supuesto, rechazarán al actor veterano que nunca pudo pasar de extra. Pero este les demostrará que están equivocados. Y que el papel de loco asesino era ideal para él. Claro que, cuando lo comprendan, será demasiado tarde... Porque les hará vivir una hora de terror.
Un juez corrupto (Lito Cruz) está en el baño de un pequeño y coqueto restaurante con un abogado penalista (Gabriel Corrado). El abogado le está dando cien mil pesos para que "toque" la causa de su defendido y de esa manera poder liberarlo. En el saló espera su hija (Romina Gaetani) que ignora esta faceta de su padre. El asunto es que, mientras el juez cuenta la guita en el baño, dos chorros entran a asaltar el lugar (Emilio Bardi y Claudio Garófalo). Y uno de los chorros es el hermano de otro al que el juez abrochó en una causa en la que el tipo no tuvo nada que ver... Y para colmo, el juez de turno al que llaman para manejar el asunto del restaurante... es él mismo.
Roque, un yuppie de cuarenta y pico con una madre omnipresente y totalmente endeudado económicamente, llega en muy mal estado a su loft con la decisión de colgarse de una viga. Luego de dejar entornada la puerta de entrada para que puedan encontrarlo, se echa la soga al cuello, y está a punto de dar el mortal salto, cuando irrumpe abruptamente en su departamento una bella joven aferrada a un misterioso bolso que está siendo perseguida por unos matones.
Una mujer (Carolina Fal) y su amante (Fabián Vena) crean un simulacro para culpar al marido (Claudio Gallardou) de un asesinato, pero el plan no era perfecto, no podían calcular que la pasión y los celos superarían todo lo planeado.
Por no interferir la sesión con su único paciente privado, una joven sicóloga evalúa mal una urgencia grave de una vecina que llega implorando ayuda. Cuando se da cuenta del error ya es tarde. La sicóloga intenta manejar ambos asuntos por separado, pero un disparo en casa de la desesperada vecina, la sospecha creciente de que su pacífico marido la está descuartizando con una sierrita eléctrica y la aparición de un hermano gemelo de este, interfieren sin remedio el tratamiento del complicado paciente de turno. Y su propio destino.
Jorge, un hombretón irritable al que la mujer echó de la casa por sus ataques de violencia, se enfrenta con unos peligrosos vecinos aficionados a la música que no lo dejan dormir, al tiempo que trata de convencer a su ex de que sus violentos arranques son cosa del pasado, para que lo deje volver con ella y sus hijitas a quienes extraña terriblemente. La violencia aumenta hasta dejar como saldo a Jorge totalmente golpeado, su depto. saqueado, su gato muerto y uno de los aficionados acuchillado. Cuando, creyendo en sus palabras, la mujer vuelve dispuesta a perdonarlo, ve el desastroso panorama y lo abandona para siempre.
Hay partidos de fútbol que nunca terminan. Esta es la historia de uno de ellos. La de un clásico rosarino y dos de sus protagonistas. Uno es un futbolista, el otro es un barrabrava. Uno está para hacer los goles, el otro para gritarlos. Uno puede ganar o perder, el otro no. Entonces uno puede convertirse en rehén del otro, y viceversa. Hay partidos que es mejor no jugarlos.
Martín (Guillermo Francella), ha quedado cuadripléjico a raíz de un accidente, su vida postrado ya no tiene sentido. Martín decide reunir a sus más íntimos amigos (Jean Pierre Noher, Pablo Codevilla y Luis Luque) para pedirles un último favor: que lo maten.
Una mesa bien dispuesta, velas, una noche cálida y un ídolo que espera la llegada de su nueva conquista... Todo está preparado para una noche de ensueño. Pero es tan delgada la línea que separa los sueños de las pesadillas... Tan fácil es cruzarla... Basta con tener un motivo.
Lolo, el último hombre con el que una chica quisiera estar, controla secretamente la vida de su encantadora vecina Andrea de la que está perdidamente enamorado, interceptando su correspondencia y su teléfono, descomponiéndole y "arreglándole" la computadora día por medio y espiándola por un agujero en la pared. Hasta que un día se entera de la inminente llegada del amor imposible de Andrea, Carlos, que viene desde Austria para intentar una breve convivencia y -si el asunto funciona- llevársela a vivir con él. A partir de ese momento Lolo pone en juego hasta el último de sus recursos para evitarlo.
Héctor y Raquel llegan a su casa y encuentran a su hija Lucía con Julián, engañando a su novio Larry, que volvía de viaje ese mismo día. Héctor lleva a Lucía a Ezeiza, pero Larry está en su casa manteniendo relaciones con Julieta. Lucía llega y Julieta se esconde. Larry se deja besuquear y Julieta sale furiosa de su escondite. Entretanto, Raquel no deja salir de su casa a Julián e intenta seducirlo, ya que su marido, que está teniendo relaciones con Elena, la hermana de Raquel, le dijo que iba a retrasarse por un problema mecánico. Luego de pelearse, Lucía y Julieta terminan a los besos, y así terminan también Raquel y Julián, justo cuando Héctor entra a la casa, de la que se va furioso.