Hay animales que son depredadores de emboscada, analizan lo que les rodea desde una posición oculta... y hay asesinos que actúan igual que esos animales. Son capaces de vigilar su entorno durante años hasta que encuentran a su presa. Entonces dan la cara y despliegan todo el horror contenido en sus desequilibradas mentes. David Aleman disecciona uno de los infanticidios más despiadados de nuestro país: el crimen de Laia.