Convencer al dictador de que España se convertiría en la principal potencia petrolífera del mundo no debió ser tarea fácil, tampoco hacerlo a través de una sustancia inventada y que carecía de valor. Ambas cosas las consiguió Albert Edward Wladimir Fülek Edler (Filek), un supuesto químico austriaco que en un país recién salido de la guerra civil, logró engañar al mismísimo Francisco Franco asumiendo el riesgo de una más que probable sentencia letal.