En una entrevista, Román recuerda aquellos difíciles momentos en los que "veías el peligro y muchas veces mi madre me pedía ayuda, la llevaba al hospital y simplemente le cambiaron la medicación". Poco antes de que su madre se quitara la vida, Román explica que le habían dado el alta, aunque él no la veía todavía bien: "La psiquiatra, que hizo lo que podía, me dijo 'me están echando la bronca porque lleva más de un mes'". Este chico afirma que sigue sintiendo la rabia y la impotencia de aquellos días, hasta el punto de que "muchas noches sigo con ataques de pánico y de ansiedad" porque "tengo la convicción de que se podría haber evitado".