Mateo debe hacer frente a un vecino excéntrico que da mucha guerra, incluso hasta el punto de poner en peligro la integridad física de todos. El problema es que el pueblo apoya a este vecino en sus extravagancias, por lo que Mateo se las va a ver y desear para hacer que las cosas vuelvan a la normalidad. Llega al pueblo un viejo amor de tía Juana, lo que obliga a Mateo enfrentarse a un dilema moral: si le dice la verdad, le rompe el corazón; y si le miente, la verá sufrir sin necesidad. No tiene claro qué hacer, ya que sabe que de todas maneras va a pasar un momento de dolor. si esto no fuese suficiente, a Mateo le surge un rival en su anhelo de acercarse a Adriana, lo que le hará actuar influenciado por los celos y preguntarse si debe dar un paso hacia ella, o retirarse antes de dar la batalla, como es su costumbre con las mujeres. Tía Juana lo tiene claro: debe luchar por ella; pero él no se decide del todo.