Gema Palacio no dejó de trabajar en un supermercado hasta que le fue imposible compatibilizarlo; se fue de casa, pero no de su pueblo, por si el dinero que le estaba entrando por ser una estrella de las redes sociales dejaba de venir; no quiere ir a discotecas a pasear su fama porque, dice, no le sale. Esta jovencísima creadora de un pueblo del Camp del Turia de once mil habitantes a la que todos conocen como Esperansa Grasia no ha cambiado nada porque no sabría cómo hacerlo. Si acaso, se habrá comprado un coche bueno. Vamos a acercarnos a su casita de Benaguasil, le tocamos al timbre para que baje y se lo preguntamos.