Jesús Calleja y sus compañeros y expertos buceadores Oscar Espinasa y María March están dispuestos a sumergirse a menos dos grados centígrados bajo la banquisa ártica en busca de estos animales, con los que prácticamente nadie en el mundo ha podido bucear. La temperatura del agua, el riesgo de hipotermia, los bloques de hielo caótico, los vientos y las corrientes que pueden hacer que se cierren inesperadamente los bordes de la banquisa, atrapando a los buceadores debajo, son los principales escollos para alcanzar este objetivo. Además, los narvales no están dispuestos a dejarse ver fácilmente.