Pere Aznar está dentrísimo de los perfumes. No usa ni uno ni dos: usa cuatro y los alterna según su estado anímico. Y los cambia en verano. Tiene un olfato superdotado capaz de detectar las notas de olor detrás de cada uno. Está tan dentro de los perfumes, que uno de sus pasatiempos es ir a perfumerías a ver qué se huele. Manuel Burque aprovecha para meterse dentro de su nariz, llegar hasta la pituitaria y analizar el sentido del olfato. Sigue sin saber a qué huelen las nubes, pero ya sabe la razón científica por la que Proust se obsesionó con la magdalena.