Hay una leyenda que dice que hay un momento al día en el que el mundo entero -es decir, todas las personas de todos los pueblos de todos los países- se queda en silencio al mismo tiempo. Cuando era una niña, Isabel Cadenas Cañón se quedaba quieta en su habitación y trataba de escuchar ese silencio. Nunca lo logró, pero lo ha seguido intentando desde entonces. Cuando Madrid empezó la cuarentena, sacó la grabadora al balcón para grabar lo que pasaba fuera. Lo hizo cada día desde entonces. Con esos sonidos construye un ensayo sonoro acerca del estado de alarma, para explorar por qué oímos lo que oímos, y cómo lo aparentemente silencioso está determinado por la relación entre el sonido y el poder.