En 186 a.C., las autoridades de Roma lanzaron una brutal persecución contra los adeptos del dios Baco, acusándolos de cometer actos inmorales y de brujería durante sus ritos nocturnos. La cantidad de implicados se cifró en unos siete mil. La persecución fue implacable y se convirtió en una auténtica caza de brujas.