La narcosala de “Las Barranquillas” fue la primera sala de consumo supervisado en España y se puso en marcha en el poblado chabolista madrileño en el año 2000. Samanta Villar acude a la narcosala cuatro días antes de su cierre y acompaña en su día a día tanto a trabajadores que realizan labores en ella como a toxicómanos o exdrogadictos que viven en el poblado. Durante este tiempo, la periodista convive con trabajadores que luchan por continuar prestando asistencia a los adictos, con exdrogadictos que han conseguido rehabilitarse y con toxicómanos que le enseñan su día a día y el lugar al que están destinados a marcharse por el cierre de este centro: el poblado de Valdemingómez. La esperanza de la narcosala: los trabajadores sociales El equipo del programa acompaña a Quemuel, un psicólogo de 32 años que se ocupa, como trabajador social, de la narcosala de “Las Barranquillas” y que es contrario a su clausura. “Aquí les enseñamos a lavarse, a saber convivir, a cuidarse, cosas muy básicas que la adicción les hace olvidar”, afirma el psicólogo. La periodista visita con él Valdemingómez, el punto de venta de droga más grande de Europa. En sus días libres, Quemuel acude a este poblado para localizar a antiguos usuarios de la narcosala y llevarles al centro para que puedan tener asistencia médica, comida y un techo bajo el que dormir. Samanta experimenta en primera persona el nivel de riesgo y peligrosidad de esta zona al ser amenazada mientras intenta grabar la situación que viven centenares de adictos cada día. El día a día en los mercados de la droga Otra de las protagonistas del reportaje es Yolanda, que con 38 años vive en una tienda de campaña y refleja uno de los perfiles más castigados por la droga. Sus dos hijos, de 22 y 13 años, viven con su abuela en Segovia: “Mis hijos están bien y nunca me han visto colocada, pero hace mucho tiempo que no les veo”, confiesa. Para ella, el cierra de la narcos
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Juan Ramón Gonzalo, Samanta Villar | Director |