Los alumnos del Azcona reciben la noticia de la próxima visita de un famoso. Todos piensan que se trata de un actor, cantante, futbolista... Sin embargo, se sienten defraudados cuando descubren que se trata Fernando Savater. El desinterés se hace manifiesto cuando el filósofo se enfrenta a una sala casi vacía. Sin embargo, su auditorio va llenándose poco a poco. Por otra parte, los chicos, deciden preparar una sesión de espiritismo en la biblioteca del colegio. Pero durante la misma ocurren hechos terroríficos que escapan a su control. Se les aparece el espíritu de un alumno que murió atropellado a la puerta del colegio y que muestra cierta empatía hacia Luismi. Éste comenzará a tener pesadillas y alucinaciones. Alfredo, para demostrarles que todo ha sido sugestión y obra de las fuerzas físicas, participa con ellos en otra sesión. Parece tener razón hasta que vuelve a recoger la tabla de guija y descubre que el indicador se ha movido solo. Por otro lado, los más pequeños disfrutan de una excursión acompañados por Luis, quien tiene el día libre. El padre de Lolo enseguida se mete a los niños en el bolsillo, para bochorno de mayores y del propio Lolo. Ya en el campo, Luis sufre una caída, gracias a la cual descubre una antigua vasija. Gustavo descubre que ésta tiene un alto valor artístico, por lo que Luis se resiste a entregarla e intenta, sin éxito, venderla por su cuenta. Al final, la vasija termina como tiesto en casa de Rocío. Félix sustituye a Tere en la dirección de Azcona durante su ausencia. Llega una inspectora del Ministerio que descubre a Marisa dando una de sus clases experimentales: enseñando un poema clásico a ritmo de rap. Los métodos de la profesora no agradan a la inspectora. Félix sale en su defensa cuando la inspectora propone al director en funciones abrir un expediente a Marisa. La actitud de Félix hace que Marisa piense en iniciar una relación en serio con él.