Una de las alumnas de la clase de Valle, Marta, padece anorexia. Los profesores explican a los chicos qué es esta enfermedad y sus graves consecuencias. Marisa no se da cuenta de que su hijo Eloy también podría tener problemas con la comida. El joven está demasiado preocupado con su imagen. Félix descubre al chico vomitando en el baño. Para ponerle contra las cuerdas, Marisa obliga a su hijo a comer mucha cantidad. Y le encuentra después desencajado de tanto vomitar en el baño. Eloy es bulímico parcial y, desesperado, pide ayuda a su madre. Con la ayuda de un psicólogo y su colaboración, pronto podrá recuperarse. Marisa y Eloy se dan cuenta de que se necesitan uno al otro e intentan olvidar los rencores del pasado. Las discusiones de Alfredo y Ana afectan al resto de los profesores. Félix intenta que se reconcilien y Alfredo decide llevarla a la ópera con unas entradas que le regala su hermano. A cambio, Félix tiene que llevar a Bego al concierto de Ice Cream, un nuevo grupo musical, de esos que tanto detesta Félix. Una vez en el concierto el profesor, Rocío y los niños son atrapados por la avalancha de fans enfervorizadas. El concierto es suspendido y los pequeños regresan a casa desilusionados. Al día siguiente, Félix les da una charla sobre las cosas realmente importantes de la vida. Pero Bego y compañía ya están pensando en otro nuevo grupo de moda. Por otro lado, la sesión de ópera de Alfredo y Ana no discurrió según lo previsto, pues él se queda dormido en el palco. Aunque ambos liman asperezas, no logran plenamente su propósito. Debido a las malas notas de Valle, Rocío busca a alguien que le dé clases particulares de matemáticas. Luismi se presta a hacerlo. Valle aprovecha la situación para investigar sobre la nobleza de los chicos. Apuesta con el resto de la panda de qué es capaz de demostrarles que los chicos no son más fieles que las chicas. Cuando está con Luismi, le pone nervioso y le pregunta si sería capaz de