Dos días después de abandonar y quemar el cadáver en el pantano de Foix, la Policía encontró el cuerpo. Pero tras su primer interrogatorio, Rosa Peral decidió cambiar de versión. Pasó de tratar de incriminar a su exmarido en el asesinato de Pedro Rodríguez, a señalar directamente como el principal sospechoso a su amante, Albert López, la persona con la que precisamente había orquestado todo el plan de asesinato.