El mes de junio de 1956 cambió la vida de Ana Orantes para siempre. En aquellos inicios de verano, cuando el buen tiempo empezaba a hacer de Granada una ciudad espléndida para disfrutar, Ana Orantes quedó con una amiga para acudir a la fiesta del Corpus Christi. Iba a ser un día de celebración y de diversión, pero jamás se imaginó lo que iba a cambiar su destino en aquella fecha. En esa fiesta Ana Orantes conoció a un chico. Se llamaba José Parejo y salieron juntos a bailar aquella noche, en cierto modo porque Ana quería darle celos a un novio que había tenido recientemente y con el que a partir de aquel día ya nunca pudo cruzar una palabra más. Fue una bonita noche, de diversión, de celebración y de dar rienda suelta al carácter alegre y sociable que tenía Ana, pero lo que parecía el inicio de una bonita historia se fue tornando rápidamente en una pesadilla y en un infierno de 40 años que tan solo una mujer fuerte como ella podía aguantar.