Muchos de los que han visitado Río de Janeiro han tirado la maleta y se han quedado a vivir allí. Será por sus sonrientes ciudadanos; los cariocas, sus impresionantes playas o por la naturaleza que invade cada rincón de la ciudad. "Aquí la gente es feliz aunque sepan que su vida vale menos que en otras ciudades del planeta", dice Martín un español adoptado ya, como un carioca más.