Ana Milán vive feliz y enamorada de su Mario, su prometido. En su escalera se encuentra a una nueva vecina, Aurora, una joven estudiante de arte dramático, llorando: ha dejado a su novio, se ha mudado y no le ha dicho nada. Ana le quita importancia, que siga con su vida, porque lo que importa es ser feliz y hacer lo que uno quiera. Para Ana es fácil ser feliz, tiene un prometido que le espera en casa con un butacón nuevo y que le anuncia que Antena 3 va a financiar su película como director con Ana de protagonista. Pero cuando Mario desaparece sin dejar rastro, Ana empieza a volverse un poco loca.
Harta de estar en casa, Ana se maquilla, se viste con colores de viuda y se encamina a hablar con su Lope, aunque termina siempre hablando con el joven que se le parece… ¿es esto real? Tras ventilarse con los Lopes, se vuelve a casa, dispuesta a encerrarse de nuevo, pero ve un mercadillo que le llama la atención. Allí habla con la monja encargada, que le propone ayudar para despejar la cabeza. Rebeca tiene otra idea para que pase el luto: un taller de collage. Pero en una discusión con la profesora, esta le dice que no hay más que ver su collage para saber que es una amargada.
Ana recibe una llamada de su madre, Teresa: su abuela está muy enferma y puede morir en algún momento. Ana odia a su abuela, pero junto a Rafa emprenden camino a Alicante, a su infancia. Rebeca está en un retiro de silencio para superar su ruptura con Jaime, aún así, Rafa le deja un mensaje. Rafa descubre que Ana le ha mentido a su madre, diciéndole que fue ella la que rompió con Mario. Esteban es el enfermero de la abuela, un antiguo ligue de Ana que ahora sigue pareciendo receptivo a sus encantos. La abuela Remedios es de armas tomar y va a saco a por Ana, que resiste lo que puede. Remedios ve que lleva puesto un anillo suyo y lo reclama, se irá a la tumba con él. En ese momento, la abuela finge que muere para asustar a todo el mundo. Ana sale muy enfadada, dispuesta a volverse a Madrid cuando un grito de Rafa inunda la casa. La abuela, esta vez, sí ha muerto.
Ana está preocupada porque no se siente capaz de excitarse, que piensa en sexo y se bloquea y le está afectando mucho en una escena de su serie, quiere que la directora la cambie porque no interpreta bien la pasión con su compañero de escena. Rebeca le convence de que busque ayuda médica. Ana llama a su ginecólogo e intenta explicarse… lo que no sabe es que en realidad está al teléfono con su portero, que se llama igual que el doctor. Y flipa cuando Ana le asegura que él puede ayudarle con su libido. Ana descubre que ha llamado al portero y se muere de vergüenza. Sus amigos dicen que lo que necesita es un maromo y le organizan una mega fiesta.
Ana y sus amigos acuden al gimnasio, aunque ella en realidad no va a hacer deporte, sino a la terracita. Recibe una mención en Twitter, es una seguidora que la ha visto en el gimnasio, que al día siguiente la operan de obesidad y que le desee suerte. Pero el corrector hace de las suyas y su tweet es “Ánimo, VACA”. Por suerte, Ana tiene un plan: encontrarán a su seguidora, de la que sólo saben que su nick es ‘Sakura 9’ y es obesa y pelirroja, y le pedirá perdón. Hay que peinar el gimnasio.
Ana ha organizado una comida para celebrar que Adolfo renueva residencia para quedarse en España, pero no se la han concedido y se tiene que volver a Argentina. Rápidamente, Ana le pide matrimonio. Recuerdan la primera boda por papeles de Ana, en la época en la que estaba en Compañeros. Si esa salió bien, ¿qué puede torcerse?
Ana acude al hospital y se encuentra con Mario. Esa mañana, se levantó con el mensaje de que la película se había caído. Esperando encontrar la manera de contárselo, se fue a la Sierra a pensar. Allí tuvo un accidente, no recordaba nada. Hasta que le vino la cara de Ana y, tras eso, todo lo demás. El doctor le explica a Ana, Rebeca y Rafa que Mario tiene una pérdida de memoria transitoria. Tiene lagunas que pueden ayudarle a rellenar hablando del pasado. Para Ana, Manu no ha sido nada, no ocurrió nada y Mario ha vuelto.
Ana apenas tiene tiempo libre entre trabajo y su Instagram. Y, aunque el espíritu de Mario sigue rondando su piso y apenas tiene tiempo para ver a sus amigos, profesionalmente está en un momento dulce y a punto de rodar un pequeño papel en una producción americana junto a Brad Pitt pero sufre un terententén (desmayo), en el que ve a su abuela.
Ana se recupera del terententén rodeada de sus amigos. Los padres de Adolfo aparecen por sorpresa para conocer a su nuera. Sorprendentemente Adolfo no ha salido del armario con su familia. Ana le convence de que es el momento de contarles la verdad, pero Adolfo se echa atrás y Ana se ve obligada a fingir durante unos días que son el matrimonio perfecto. La convivencia se alarga y Ana no puede más. Decidida a contar la verdad descubre que sus suegros también tienen algo que contar. Hace varios años que están separados y la madre tiene una nueva pareja: una mujer.
El restaurante de Rebeca, Ovillo, está listo para abrir sus puertas. A pocas horas de la inauguración Adolfo tiene una reacción alérgica y sufre un accidente. Sin chef tendrán que cancelar el evento. Pero Ana tiene la solución: se pone al frente de la cocina. Entre todos consiguen estar listos a tiempo, pero solo uno de los invitados acude a la cita: Simón Gamonet, un influencer gastronómico con miles de seguidores al que tienen que convencer de que se trata de un local estupendo. A pesar de la metedura de pata de Rebeca que envió las invitaciones de la inauguración con la fecha equivocada todo sale bien. También la relación de Ana y Manu, que por fin pasa la noche con ella.
El nuevo ático de Ana no acaba de ser un hogar. Queda con Rafa para terminar de decorarlo. Su amigo le lleva a la tienda en la que trabaja Melo, su último novio. Ana no le soporta, pero accede para complacer a su amigo. Al llegar a la tienda Rafa parece otra persona. Viste como Melo, habla como Melo y lo que es peor, le da la razón en todo lo relacionado con la decoración de la casa de Ana, a pesar de que es evidente que intenta venderle toda la tienda y conseguir una buena comisión. Ana intenta que Rafa se dé cuenta sin conseguirlo. Después de una fuerte discusión y una desafortunada frase sobre la lealtad de los amigos Rafa rompe con Ana.
Manu sorprende a Ana organizando una escapada de finde a Roma, a un concierto de Ludovico Enaudi. Y cuando se lo está contando a Rebeca, ve que dos tipos intentan robarle el coche. Sin pensárselo dos veces, Ana salta al capó aterrorizando a los ladrones… aunque en realidad, ése no es el coche de Ana, sólo es otro igual del mismo modelo. Los policías tendrán que atender a unos alterados “ladrones”.
Manu tiene una cena importante con el hombre que va a decidir si le dan la plaza en el Consulado de Lisboa. Necesita que vaya Ana en plan cena de parejas. La noche de la cena, el jefe de Manu se declara fan absoluto de Ana y recita sus frases de Cámara Café de memoria. La cena parece que acaba de empezar bien…
Ana se reúne con su editora asegurándole que la novela va de maravilla. Eso espera la editora porque la presentación es dentro de dos meses. Ana entra en pánico, no ha escrito nada. Y no cree que pueda hacerlo. Sus amigos le animan, puede hacerlo en ese tiempo pero ella se rinde y se dispone a llamar a su editora y, cuando está a punto de hacerlo, encuentra un nombre en su agenda que no reconoce, el de María Guerrero.
Ana apuesta por su relación con Manu. Va a cogerse un año sabático para irse con él a Filipinas. Prepara la presentación de su novela, y las maletas. Aunque a Rafa, Rebeca y Adolfo les parece que no se le ha perdido nada a 11.000 kilómetros de Madrid y viviendo la vida de Manu, deciden apoyarla. Ana está segura de su decisión hasta que recibe una oferta de Campanella, un director argentino al que adora, para protagonizar una serie creada y dirigida por él. Ana no sabe qué hacer, no quiere renunciar a Manu, pero tampoco a la gran oportunidad de su vida. Habla con Manu. La entiende, pero es sincero con ella, sin verse durante un año, la relación no funcionará. Después de dudarlo mucho Ana va al aeropuerto a la vez que Manu, pero no sube en el avión a Filipinas. Su vuelo la lleva al rodaje de Campanella.