María decide quedarse con Ana y educarla para que sea una buena chica. María enseña a la niña una oración, pero Annaa aborda la oración de forma tan creativa que la propia María empieza a cuestionarse la corrección de sus palabras y la forma correcta de rezar. A María no le gusta que Ana esté de pie y fantaseando con el cuadro porque, en su opinión, es una pérdida de tiempo, pero resulta que ella misma cae en una fantasía. Llega una vecina, Rosalie, y trata irrespetuosamente a Anna. Anna explota y ofende a la respetada vecina. Anna debe ir a disculparse con Rosalie, pero Ana convierte este castigo en una aventura. A Anna le gusta Rosalie. Martin nota y disfruta de la influencia de Ana en María porque se ha vuelto más abierta y alegre, pero María tiene miedo de ella misma.
