Vero y Sergio están demasiado ocupados con los preparativos de la boda y no tienen tiempo para ir a la Iglesia para decorarla con flores. Sole se ofrece voluntaria, y a pesar de que los novios no confían demasiado en ella porque es conocida su enemistad con el cura desde hace años, finalmente ante su insistencia terminan cediendo. Sin embargo, tras esta visita, el padre Aquilino prohíbe a Sole volver a entrar en el santuario.