Gonzalo lleva tres días durmiendo en casa de Carlota y ha empezado a llevar sus cosas allí, aunque oficialmente ninguno de los dos ha acordado vivir juntos. Diana por culpa de unas obras que está haciendo en su casa se instala también en casa de Carlota. Gonzalo se siente desplazado por Diana y cada vez que encuentra alguna cosa suya tirada por la casa se la regala a Carlota. De forma que Gonzalo está agobiado por la presencia de Diana, Carlota por el empeño de Gonzalo de vivir en su casa y Diana por que Carlota no para de robarle cosas. Un día Carlota y Diana discuten y descubren que el origen del problema es Gonzalo. Carlota decide trasladarse a vivir a casa de Gonzalo para demostrarle que no es el momento. Éste lo entiende y terminan como al principio. Gonzalo no vive en casa de Carlota pero duerme allí casi todos los días. Laura vuelve de Mallorca y encuentra que las cosas han cambiado. Sobre todo Carlota, que ahora comparte sus cosas con Diana y a ella la ha dejado de lado. Laura buscará consuelo y apoyo en Sole que terminará harta de salir con ella de compras, de marcha y de hacer las cosas que antes hacía Carlota. Sole le dice a Laura que debe hablar con Carlota. Cuando lo hace, ésta le reconoce que la echa mucho de menos y que siente haber estado tan distante pero es que tenía miedo de volver a sufrir cuando volviese a irse. Las dos terminan fundidas en un abrazo. Paco se da cuenta de que las cosas no le salen bien porque es excesivamente previsible y decide cambiar. Al principio las cosas parecen irle bien. Consigue salir por fin con Susi, su jefe le ofrece un puesto mejor y hasta Sole empieza a sentir cierto orgullo por su hijo. Sin embargo las cosas cambian y el nuevo puesto de Paco es en un polígono muy peligroso y encima sus compañeros piensan que es un pelota porque se lleva bien con el jefe. Aunque consigue salir con Susi no puede acostarse con ella porque eso sería previsible, por lo que ésta decide abandonarle y enrollarse con su