El 10 de septiembre de 1997, en la madrileña calle de Gallur, Carabanchel, aparece el cadáver descuartizado de un hombre en una caja de cartón. En el pecho derecho llevaba marcado el signo del diablo 666, una estrella de 5 puntas y otros signos cabalísticos. Los tres extraños tatuajes eran las únicas pistas con las que contaba la Policía Nacional para resolver el crimen.