Tras su accidentada llegada a Cheesecago, Elliot Mouse, Gordon y Mr. Wilson pasan la noche en el garaje de Jack, a salvo de los matones de Al Catone. Al amanecer, guiados por el infalible olfato de Gordon, descubren a tres pequeños raterillos escondiendo unas cajas de queso en un rincón del garaje y, tomándolos por ladrones, tratan de capturarlos.