A pesar de la imagen que la guerra civil nos ha dejado de una intelectualidad dividida en dos bandos, la realidad es que hasta bien entrada la República los intelectuales españoles de diversas ideologías mantuvieron unas relaciones normales entre conciudadanos: piénsese por ejemplo en la amistad entre el comunista Bergamín y el falangista Sánchez Mazas, tan chocante a los ojos de hoy. Si bien es cierto que el sectarismo republicano-izquierdista hizo aparecer con relativa prontitud la deserción nada menos que de uno de los llamados padres espirituales de la República, Ortega y Gasset, con el célebre artículo "No es esto, no es esto", no fue hasta el embate de la izquierda revolucionaria, en octubre de 1934, cuando se va a producir una brecha entre la intelectualidad española. Alberti la certificará rematando uno de sus versos sobre Asturias con un “Viva la dinamita”. Una brecha que irá aumentando en proporción a una acometida del grueso de la izquierda que no paró en el 34: siguió con la campaña de la represión de Asturias, las irregulares elecciones del 36, la destitución anticonstitucional del presidente Alcalá Zamora, la Primavera Trágica y el asesinato para policial de Calvo Sotelo. Tras la rebelión militar, la entrega de armas a las organizaciones izquierdistas terminó definitivamente con lo poco que quedaba de la legalidad republicana, incapaz siquiera de garantizar la vida.

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  • Created September 27, 2014 by
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