Marcos ya había logrado robarle un beso a su jefa Victoria y ahora quiere más. Los deseos por besarla son incontrolables y ella no se resiste porque hay algo más que una simple atracción. No obstante, ella le pide paciencia porque aún debe ordenar su vida. Tiene decidido renunciar a la empresa que por tantos años defendió y, lo más importante, rechazar la propuesta de matrimonio de Alonso.