Fran y Lola se quedan sin un euro en el bolsillo. Ello siempre las están pasando canutas con el dinero, pero a Lola se le ocurre una solución: que Fran tenga un segundo empleo; ella misma se pone manos a la obra a buscárselo. Descubre un anuncio en el que solicitan una distribuidora de cosméticos y, al enterarse de las elevadas comisiones que cobran, es ella la que se queda con el trabajo. En poco tiempo Lola gana mucho dinero y Fran, lejos de alegrarse, se mosquea pensando que su mujer gana más que él. Para solucionarlo, Fran busca trabajo en un local de comida rápida donde obtener un sobresueldo que le permita superar los ingresos de Lola. Al final se descubre que Lola no está vendiendo los cosméticos a ninguna clienta, ella es su única clienta. Ha estado haciendo pedidos enormes pagándolos con el dinero de Fran y a cambio recibe cheques con comisiones que se gasta. Ahora sí que están en la ruina.