Lucía Piqueras no está en Internet. Todo el mundo está, menos ella. Para remediarlo está dispuesta a hacer lo que sea. Incluso morirse. Y es lo que hace. Nancy cuelga en Internet la noticia del fallecimiento de Lucía. El disparatado plan llevará a la actriz a realizar el papel de su vida: fingir su propia muerte para que se vuelva a hablar de ella. Pistolas, entre tanto, quiere colaborar con una ONG obligando a sus compañeros a donar sus propios objetos. Está claro que Pistolas es solidario a más no poder, hasta que debe separarse de sus queridos tambores. Lucía encuentra un cachorrito en la calle y decide adoptarlo. Piensa que toda buena estrella del espectáculo tiene un perrito. El único detalle es que a Lucía no le gusta cuidar perros. Y, lamentablemente, además de pasearlo y enseñarlo, tiene que cuidarlo. La relación va de mal en peor y el perro la acaba odiando. Paralelamente, Encarni, a espaldas de Carlos, lanza un violento ataque a la casa okupa. Publica en el periódico que en la casa funciona un club de alterne para crearles mala fama y poner el barrio en contra. Pero el plan le saldrá mucho peor de lo que es capaz de imaginar.