Galba va a ser juzgado en el senado por el asesinato de Cayo, el hijo de Claudia. Un aparente triunfo para Quinto, pero sin embargo, el hecho de que no haya aparecido el cadáver del niño, supone un grave problema para el senador que no puede demostrar que la ejecución se haya llevado a cabo. Sin cuerpo no hay delito y Galba lo sabe. Quinto no se rendirá y hará lo posible para que ese cadáver aparezca antes de que Galba quede en libertad. Pero la detención del Sulpicio es algo que conviene a más de uno. Por un lado, Sila, el marido de Cordelia, ve la oportunidad de hacerse con el control de la familia y por otro, Cora puede avanzar en el propósito de liberar a su padre de la cárcel, a pesar de que la única persona que podría ayudarla, Mario Terentio Ruga, acaba de morir. En esa muerte hay algo que no encaja y Cora va a descubrir el qué.