En pocos días, millones de españoles empezaremos a visitar nuestras playas. En muchos casos, nos encontraremos con costas cada vez más construidas, con destinos turísticos sobreexplotados e incluso zonas en las que es aconsejable no bañarse. Una ruta por la parte de nuestro litoral amenazado por la construcción. Proyectos urbanísticos que bordean la Ley de Costas ponen en riesgo el motor de un país que vive del turismo. ¿Qué más perdemos si arruinamos las playas? Hemos olvidado las lecciones de la burbuja y de las tramas corruptas. Las grúas vuelven a colonizar la costa, mientras otros países mediterráneos recrean con éxito el modelo de sol y playa que hemos ido deteriorando. Casi todo está saturado y sufrimos en nuestros destinos de verano el mismo estrés que durante el resto del año. ¿Cuánto tiempo podremos resistir como un destino predilecto?