La inteligencia artificial se usa ya para vigilar a los trabajadores, pero también para identificar a sospechosos o detectar enfermedades. Su capacidad de aprendizaje permite rescatar del anonimato manuscritos ignorados durante siglos de grandes autores. Un avance con un enorme potencial que puede mejorar nuestra salud, nuestra economía o el medio ambiente. Pero también destruir empleo, acabar con la privacidad o escapar de la supervisión de la ética humana. ¿Estamos preparados para nuestro propio invento? La tecnología avanza a pasos agigantados y la humanidad afronta nuevos desafíos. Adicción a las redes sociales. Manipulación de imágenes. Desinformación que agita a las masas. ¿Quién pone los límites? Gobiernos de todo el mundo intentan regular las nuevas tecnologías, mientras los artífices de la inteligencia artificial temen las consecuencias de sus propias creaciones y advierten de la necesidad de limitarlas. ¿Podremos controlar realmente la inteligencia artificial?